- UN TRIBUTO A MI MUNDO INGENUO -

En los años 90', la pintura Naïve, detallista y descriptiva, fue la más indicada para expresarme.
El arte NaÏf embellece la visión de la vida.
Detrás de cada obra “ingenua”, existe una filosofía clara y esperanzada.
Un ser escéptico o egoísta no podría ser un artista naïf.
El Naïf devela el alma de un soñador empedernido.
Y hace más buenas a las personas que lo contemplan.


AMIGOS DEL BLOG.

El patio de Soler...y la intimidad de la cocina.

En mi familia, la cocina ocupaba un espacio muy importante: daba lugar a risas, charlas, recetas, pan casero, pizzas, tartas... No poseo buenas imágenes de algunas cocinas de campo que he pintado, pero podré mostrar algunas secciones. La escena no es realista, ya que vivíamos en la ciudad, pero sí es verdadero que mi madre y mi abuela eran inseparables y ambas tenían muy buena mano para la cocina, que las hijas hemos heredado. En el otro fragmento de la obra: las nenas comiendo galletas, una rubia y una morocha. Adivinan quién soy yo? La del moño azul!








Detalles de obra:
"Otro día juntas...", acrílico sobre tela, 50 cm x 70 cm, año 1993.

- EL PATIO REVIVE... -
Mi abuelo materno, Don José, era carpintero. Y había fabricado una enorme pajarera que estaba en el patio. Mi abuela Juana, leonina como yo, amaba las plantas, y su casa, aunque modesta, relucía como un sol. Ella adoraba el perfume de la ropa limpia y recién lavada. No viví en aquella casa de la calle Soler, del porteño barrio de Palermo, pero la he visitado. Y pinté aquel patio tan querido, que revive con alegría cada vez que alguien lo contempla.




"Navidad en el patio de Soler", acrílico sobre tela, 40cm x 30cm, año 1993.